La historia de los paneles solares comenzó con las investigaciones de diferentes científicos que se enfocaban en transformar la energía luminosa (luz) en energía eléctrica, conocido como efecto fotovoltaico. Específicamente en 1893, el físico francés Edmond Becquerel logró obtener tensión eléctrica tras realizar un proceso de irradiación con luz de un electrodo de plata en un electrolito.
Después de cincuenta años, el inventor estadounidense Charles Fritts diseñó y fabricó el primer antecedente de celdas solares, el cual consistía en una celda funcional que transformaba la luz en electricidad. En realidad este modelo era muy débil, apenas un ejemplo, pues no podía no dar energía a una bombilla por mucho tiempo, mucho menos a un edificio, sin embargo sí es el más importante precedente para su perfeccionamiento.
Medio siglo después de arduos trabajos por parte de científicos y físicos, fue posible la creación de dispositivos funcionales que aprovechaban la energía generada por el astro sol y ésta se captara y acumulara por tubos y placas colectoras fabricadas con óxido cuproso y selenio.
Estos avances funcionaron para que después de la Segunda Guerra Mundial, en 1954 Chapin, Pearson y Prince, investigadores estadounidenses, lograron desarrollar una celda fotovoltaica con silicio. Esta celda tenía una gran capacidad para captar energía solar y transformarla en electricidad, esto permitió a la industria energética creer posible suministrar energía eléctrica a hogares e inmuebles al aprovechar la energía del sol por medio de estos elementos.
En los años ochenta, la tecnología solar había avanzado lo suficiente como para comenzar a ser utilizada cotidianamente como una forma auxiliar de alimentación de energía eléctrica. Muchos dispositivos digitales que requieren poca potencia contaban con un sistema auxiliar de alimentación de celdas fotovoltaicas.
En la década de los 90, naciones desarrolladas como Japón y Alemania comenzaron a diseñar, perfeccionar y fabricar las celdas solares que conocemos en la actualidad, dispositivos de gran tamaño y con gran capacidad para captar tanto la luz del sol como su radiación. Capaces de transformar ambos tipos de energía en electricidad en cantidades tan grandes como para poder alimentar una casa principal.